
Se dice se cuenta que en la isla de Quíos, crecía un árbol que lloraba lágrimas de cristal. Los lugareños las recogían y con ellas hacían medicina.
Y tan extraordinaria era que su fama llegó a todos los extremos del Mediterráneo. Eran conocidas con el poético nombre de lágrimas de Quíos. Se trataba de un producto de lujo que se vendía a quien pudiera pagarlas, no estaban al alcance de cualquiera. Las llamaban mastic y ¿adivinas qué?… ¡se masticaban! No las llamaron chicle porque esa palabra todavía no la conocían, pero valga el hecho de que dieran nombre a un verbo que nadie pensaría viene de un arbusto. Así que puede que chicle de mastic sea claramente una redundancia.
¿Pero qué cosa eran esas lágrimas? Esas lágrimas han llegado a nosotros con el nombre de almáciga o mastic.
¿QUE ES LA ALMÁCIGA?
La almáciga es la resina del Pistacia lentiscus al que en realidad se le considera un arbusto. La isla de Quíos es conocida por albergar, todavía en la actualidad, un gran número de ellos. Efectivamente estos “árboles” pueden llorar lágrimas transparentes, pero sólo si se les practican unos cortes precisos para forzar la aparición de la resina. Esta resina resbala por su corteza en forma de lágrimas y de ahí el nombre de lágrimas de Quíos.
Lo curioso del caso es que esta resina se puede consumir masticandola como un chicle. Pero un chicle de los de antes, de los de hace literalmente mil años. Imagínatelo mucho más duro y menos flexible, nada de hacer globos, ni de colorines rosas ni verdes. Una goma de mascar que no es goma sino resina y junto al propio placer de mascar aporta propiedades medicinales interesantes.
PROPIEDADES DE LA ALMÁCIGA
Una de sus primeras propiedades medicinales a destacar reside en los beneficios que aporta a la cavidad bucal. El chicle de almáciga puede reducir la placa dental y luchar contra algunas bacterias periodontales, lo que redunda en una prevención de la caries. Por si fuera poco, también puede actuar como antinflamatorio para las encías.
De estas mismas propiedades antibacterianas y antinflamatorias también pueden beneficiarse otras partes del sistema digestivo, siendo utilizado en el caso de úlceras o acidez estomacal.
Y ahora biene lo interesante de verdad: esta resina puede resultar eficaz frente a bacterias resistentes de Helicobacter pylori y además permite ser usada conjuntamente con los antibioticos y medicamentos habituales. Su uso como complemento a los tratamientos convencionales puede ayudar a reducir la cantidad de antibióticos industriales tomados, así como a minimizar el desarrollo de la resistencia bacteriana. Para ello hay que ingerir la resina por interno en las cantidades estipuladas por un profesional de la salud. Hay que decir que es un complemento muy efectivo y las cantidades a tomar son pequeñas.
Sus propiedades son tan evidentes que incluso la Unión Europea ha reconocido a la almáciga como producto medicinal a base de hierbas de uso tradicional. En 2015, la resina de Pistacia lentiscus L. (mástique) fue reconocida por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) con dos indicaciones terapéuticas: trastornos dispépticos leves e inflamación cutánea/cicatrización de heridas menores.
Por si fuera poco, la almáciga todavía tiene otra propiedad medicinal muy destacable. En 2020, la misma Unión Europea publicó un informe donde se reconocía a esta resina su utilidad en los casos de hígado graso. Esto es algo muy interesante puesto que la industria farmacéutica no tiene solución para ello. Si quieres leer el artículo en español clica aquí.
La almáciga se suele comercializar con el nombre de mastic. En el mercado puedes encontrar dos versiones con las siglas CMG o bien CMO. La primera, la CMG es el acrónimo de Chios Mastic Gum y significa que se trata de la resina tal cual. La segunda, la CMO es el acrónimo de Chios Mastic Oil y se trata del aceite esencial extraido de la resina. Este aceite se extrae por destilación, dando también origen al agua de mastic que es el hidrolato, la parte acuosa de la destilación.
LOS ANTIGUOS LO SABÍAN
El uso de la resina de Quíos está documentado desde la antiguedad y de ella nos hablan en sus escritos Teofrastos, Galeno y Dioscórides. Esto decía Dioscórides sobre la almáciga:
“Se genera también del lentisco una resina llamada ‘lentiscina’ (skhinínē) y por algunos ‘almástiga’ (mastíkhē), que, bebida, es útil contra las expectoraciones de sangre y la tos duradera. Es estomacal y carminativa. Se mezcla también en los dentífricos abrasivos y en los cosméticos del rostro por su virtud de hacer brillar. Reafirma las pestañas, masticada produce buen olor de boca y es reductora de las encías”
Durante toda la época clásica y la edad media, la almáciga fue una resina medicinal de alta consideración. Al lado de otras resinas como la mirra o el incienso, formó parte de fórmulas magistrales hasta el siglo XVIII y luego poco a poco fue sustituida por otros remedios. Quizás esos remedios no hayan dado los resultados esperados y haya que volver a la almáciga.
La almáciga es una buena opción para tratar infecciones de H.pylori resistentes a los antibióticos industriales, así como un buen apoyo para solucionar hígados grasos. Habrá que ver si esta promesa vegetal logra ser sostenible cuando lo ojos de la gran industria la catapulten a la intesidad productiva.





